miércoles, 28 de enero de 2009

Lo que todo el mundo debería preguntarse

Antes de responder a la pregunta es necesario formularse otra

Quienes pretenden modificar las leyes (o la Constitución) siempre profesan actuar en favor de intereses ajenos, jamás personales, además no escatiman aliento para señalar el carácter "beneficioso, progresista y noble" de la propuesta.

Ante la iniciativa de enmienda adelantada por la Asamblea ya no hacen falta ni siquiera los clásicos "dos dedos de frente" para captar el verdadero motivo de la misma, porque con un solo dedo es suficiente: la entronización en el poder. Gobernadores, alcaldes y otros aspirantes a la permanencia vitalicia en sus cargos lograron montarse en ese crucero de lujo al último momento, fungiendo cual bomba sexy en elenco de programa cómico y ayudando un poco el rating.

Esta inconfesa (pero muy evidente) razón que impulsa la propuesta queda ignorada en el fervor de la contienda. O viéndolo de otra manera, el porqué de la enmienda resulta un argumento tan gastado que su discusión o debate ya no influiría en el resultado electoral.

Lo realmente llamativo son las públicas y publicitadas razones esgrimidas por los postulantes de la enmienda pero que, extrañamente, no han sido plenamente analizadas por los factores que la contrastan. El justificante para la modificación de la Constitución consiste en la figura de la bendición divina, el ser excepcional. Venezuela ha sido bendecida por los dioses con la presencia de un ser cuyas cualidades políticas son únicas e irreemplazables. Una entidad en el plano intelectual, moral y cultural tan superior a cualquier otro venezolano -habido o por haber- que su relegación política implicaría desaprovechar una ocasión única en la historia del país o -según lo que murmuran algunos- hasta de América Latina. Algo así como manejar un Ferrari a solos cuarenta kilómetros por hora.

Actualmente la tesis del "hombre indicado", el guía imprescindible, el líder capaz de guiar a la nación por cualquier derrotero hasta alcanzar a la imprescindible "victoria", ha quedado un poco fuera de moda. Algunos ejemplos vivos de tan particular doctrina se encuentran en las personas de Fidel Castro y Robert Mugabe. Claro está que en el caso del dictador antillano el término vivo debe interpretarse con cierta elasticidad, por cuanto mediante el apoyo ofrecido por una representante sureña y el empleo de unos novedosos medios informáticos tal vez estemos en presencia del primer mandatario "virtual" que jamás haya conocido la historia. De todas maneras saltan a la vista los beneficios obtenidos por las poblaciones guiadas por estos dos egregios personajes. Sería una locura abortar el incipiente proceso de emulación iniciado en nuestro país. Pues bien, ya las bondades que ofrecen el control unipersonal y la perpetuidad en el poder por parte de un solo individuo han sido puestas de relieve. Es por lo tanto ocioso e innecesario analizar los avances y los beneficios que les garantizaron a sus pueblos hombres como Stalin, Hitler y Mussolini (solo para nombrar a los más exitosos) en el siglo pasado.

Asumir como válida la doctrina del líder iluminado (en pleno siglo XXI), a parte de convalidar una creencia absolutamente ilógica e irracional, necesariamente implica que sus adoptantes cuentan con un ínfimo nivel de autoestima. Aplicando una leve dosis de orgullo patrio al análisis (y quizás un dedo de frente adicional), la tesis del hombre irreemplazable presenta indefectiblemente a los venezolanos (exceptuando el propio líder) como un pueblo de ineptos. Porque justamente en este punto estriba la diferencia entre el mejor y el único. La existencia del mejor (sea cirujano, piloto o deportista) no excluye automáticamente la presencia de otros también capaces de realizar las mismas tareas -tal vez no tan acertadamente- pero con las suficientes capacidades para que en algún momento incluso superen el resultado obtenido por el mejor. En cambio, al emplear el argumento de la unicidad se están cerrando las puertas de la participación y de la colaboración, rasgos fundamentales del sistema democrático. Se está abandonando el territorio de la política (normalmente una actividad grupal y consensuada) y se entra en el ámbito del fanatismo y del dogmatismo donde cualquier otro planteamiento es una herejía. Además se está considerando al "resto" como un montón de inútiles (y en ese "resto" confluyen tanto los que oponen como los que apoyan). El ungido es uno solo y los demás ni siquiera pueden pensar en asemejarse. Por lo tanto abrazar la doctrina del "único" equivale a rendirse y dejar que ese iluminado sea quien defina el futuro de la nación.

Así que en realidad el meollo del asunto no consiste en responder afirma o negativamente a la ininteligible pregunta formulada por la Asamblea Nacional, sino decir "Sí" o "No" a esta otra pregunta: "¿SOMOS LOS VENEZOLANOS UN PUEBLO DE INCAPACES?".

2 comentarios:

  1. Señor Hospital, Primeramente no soy Comunista, me parece bien que se burle de mi blog, yo mismo lo leo y me rio de mi mismo, tal vez necesite un psicologo pero claro un psicologo escualido porque si me busco uno que es chavista me vuelvo mas loco, y tranquilo mi redaccion siempre sera pobre, no pienes que va a encontrar en mi blog un Comunista intelectual.Cuidese ...

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  2. Siempre frecuento a escribir sin acento, eso me lo enseño la Mision Robinson, me como las palabras porq siempre ando de apurao, esos marginales siempre me estan fastidiando,yo se que cuando se puede corregir pero no lo hago para demostrar que soy un total Chavista y un Tecnico Marginal, eso es normal .. jajaja...

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